La introducción de las tecnologías en la educación.

Un recorrido histórico muestra como en cada época se usaron determinadas herramientas y se desarrollaron diferentes modelos de utilización de las tecnologías. Actualmente las redes de comunicación posibilitan una nueva visión de acceso a la información y a las formas de comunicación. La inclusión de dichas tecnologías en los procesos educativos genera varios interrogantes ante las complejas circunstancias sociales, institucionales y culturales en la que se desarrolla la actual situación de enseñanza.
Como docentes, el horizonte de expectativas que tenemos nos plantea varios desafíos.
Los escenarios de la practica educativa son muy heterogéneos, hay una brecha muy marcada entre quienes tienen los medios y están capacitados para acceder a las tecnologías y apropiarse adecuadamente de ellas y el resto que se encuentra más limitado. Cuando un docente se enfrenta a la tarea de pensar y organizar su práctica no puede dejar de lado esa realidad, y sobre todo porque además existe un marco institucional que regula su actividad y un currículum que define aquello que se debe (o se puede) y lo que no se debe (o no puede) hacer en la escuela.
Las condiciones de trabajo docente demandan una actitud más flexible, creativa y crítica para poder apropiarse del espacio que nos es propio, destinado al diseño y planificación de la situación de enseñanza y aprendizaje.
Por otro lado resulta difícil definir que es una buena enseñanza, no debería ser una receta o algo impuesto desde fuera. Como plantean Silvina Gvirtz y Mariano Palamidessi es algo que deberíamos descubrir, construir y experimentar. Los autores sostienen “la concepción de enseñanza como una acción de andamiaje y retirada”, a partir de la cual poder iniciar un propio camino, donde puedan interactuar docentes y alumnos. Edith Litwin también utiliza la metáfora del camino y lo denomina “el camino acompañado” donde las tecnologías son posibilitadoras de encuentros y de permitirnos recorrer juntos tramos del camino. También plantea “integrar en la vida educativa los medios que el alumno maneja por su cuenta e integrarlos en un proceso en el que el currículo le otorgue nuevos sentidos y vitalidades.
No hay marcha atrás, las tecnologías llegaron para quedarse y como afirma Begoña Gros Salvat en su libro, las tecnologías “pasaran a integrarse en el aula cuando ya no se hable de ellas, cuando sea algo invisible”. Y así poder recorrer con la ayuda de un otro sin importar las distancias, las distintas visiones, compartiendo proyectos, aprender a preguntar y preguntarse para seguir recorriendo el camino.